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Con el mundo al borde del colapso económico, ambiental y moral, no hay mejor réquiem para nuestras conciencias que el deslumbrante y frenético tercer álbum del trío liderado por Matthew Bellamy y su inconfundible voz. Mezcla de rock alternativo, rock sinfónico y rock progresivo, el disco se conforma en dos partes divididas por un Interlude; la primera taladra la cabeza y los oídos con sonidos densos, agresivos, con un tanto de texturas electrónicas; la segunda es más rítmica, aunque también más melancólica. Con juicios sobre el bien, el mal, el miedo, los logros y fracasos humanos, toda la obra está empapada por un humor místico, tanto que incluso Brian May se ha detenido para aplaudirlos. Con premios a lo largo y ancho del planeta, estuvieron a la cabeza de los tops británicos y franceses durante el 2003 y hasta el 2005 con sus sencillos Stockholm Syndrome y Time Is Running Out; otra canción a destacar, la penúltima y mi favorita del álbum Thoughts of a Dying Atheist. Gran música ofrecida por 3 virtuosos al frente, melodías para redimirse o condenarse; violenta, delirante, pero luminosa hacia el final del recorrido.
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